Notas del Editor

UNA MUERTE EVITABLE

Una vez más, el accidente de Lorenzo Somaschini enluta al mundo de la velocidad y vuelve a poner un llamado de atención sobre cómo y cuándo…”

 

Por Juan Carlos Maimone

9 años; con toda una vida por delante, con toda una pasión por desarrollar, con toda una familia destruida, abren una vez más el interrogante que sabemos no tiene respuesta, pero que se instala cruel al menos mientras la noticia prevalezca en las portadas: Valió la pena…?

Le decían “Lolo” y no había cumplido los 10 años. De una familia de amantes del motociclismo, que comenzó con su abuelo, hasta llegar a su padre y entre los genes o ese empuje desmedido, desarrolló una suerte de talento temprano, tal vez demasiado temprano como para poder predecir el futuro.

Tan sólo 9 años; muy pocos para tener que aprender a organizar su tiempo y priorizar sus responsabilidades académicas y deportivas. Es decir, la conciliación entre la escuela y el deporte relegando lo más importante, ser niño.

No digo que este sea el caso, porque no conozco los entretelones y sería muy pobre se mi parte convertirme en un opinólogo más. Pero a través del tiempo he visto y vivido desde adentro demasiados casos de padres que piensan que los niños los reconfortarán de sus fracasos o ambiciones, pero que además, los sacarán de pobres o por lo menos de trabajar para vivir con lo producido por sus hijos.

Conscientes de que a través de un teclado debemos producir el toque casi místico entre el sentimiento y el raciocinio, nos toca vivir esta tragedia, sabiendo que la tarea no es fácil, sobre todo, pensando en la distancia muchas veces insalvable que existe entre el corazón y el cerebro.

Amantes indeclinables del deporte de la velocidad; muchas veces debemos enfrentar realidades tan tangibles como inapelables y que en definitiva nos sitúa en la caprichosa posición de decidir entre, hurgar en la verdad indeclinable o deambular dentro de una pasión que no nos permite ver de forma cristalina el lado oscuro de las cosas.

Lo de “Lolo” es desgarrador y sin palabras, aunque me atrevo a pensar, vuela alto campeón y ojalá que en el más allá puedas vivir lo que no pudiste entre nosotros…

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *